Trinta anos sem Franco

Comandante supremo da Cruzada pela Fé e pela Pátria, Franco teve o privilégio derrotar o comunismo no campo de batalha. Garantiu aos espanhóis a dignidade, a paz, a unidade, o pão, o trabalho, o progresso material. Por ter salvado a Espanha do marxismo, da maçonaria e do judaísmo - as três garras cravadas no corpo nacional - a memória do Generalíssimo e a sua obra são permanentes alvos de ataque dos falsificadores da História. Trinta anos volvidos sobre o seu desaparecimento físico, os derrotados da guerra, simbolizados pelo desgoverno de um insignificante zuela de zapato, "corajosamente" derrubam na capital d'Espanha a única estátua de Franco, aquele que não foram capazes de apear enquanto vivo.

O regime franquista não foi outra coisa do que o próprio Generalíssimo. Morreu com Franco a 20 de novembro de 1975. As posteriores traições aos juramentos solenemente prestados por um príncipe espanhol e pelos membros das Cortes explicam - de sobejo e apenas - o carácter dos próprios.

Em homenagem a Francisco Franco, reproduz-se aqui o seu testamento político. Para ser lido, relido e reflectido - uma grande lição a vários títulos:

"Al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante Su Inapelable Juicio, pido a Dios que me acoja benigno a Su presencia, pues quise vivir y morir como católico.

En el nombre de Cristo me honro y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir.

Pido perdón a todos, como de todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera por tales.

Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España, a la que amo hasta el último momento y a la que prometí servir hasta el último aliento de mi vida, que ya sé próximo.

Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación en la gran empresa de hacer una España unida, grande y libre.

Por el amor que siento por nuestra Patria, os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido.

No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta.

Velad también vosotros, y para ello deponed, frente a los supremos intereses de la Patria y del pueblo español, toda mira personal.

No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura para todos los hombres de España y haced de ello vuestro primordial objetivo.

Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de la fortaleza de la unidad de la Patria.

Quisiera, en mi último momento, unir los nombres de Dios y de España y abrazaros a todos para gritar juntos, por última vez, en los umbrales de mi muerte:

¡Arriba España! ¡Viva España!"